Ediciones B reúne las aventuras de Manse Everard, de Poul Anderson
Puede que sea una apreciación mía, pero en mi primera visita a esta 75 edición de la Feria del Libro, he creído percibir un mayor protagonismo de las editoriales jóvenes, de fundación aún reciente, que de los grandes sellos del negocio. No citaré marcas, que el lector y el buen entendedor conocen sobradamente, sin embargo, me da la impresión de que la absorción de algunas de las casas más veteranas por parte de los grandes grupos editoriales ha venido a despersonalizar a los sellos absorbidos. Tan es así que algunas de las editoriales más prestigiosas comparten caseta con otras dedicadas a la mera divulgación. Es algo que se me antoja innoble, como eso de que alguno de esos grandes autores a los que admiro desde hace décadas dedique menos ejemplares que un cocinero o cualquier otro escritor ocasional -por no decir un advenedizo en el muy noble y siempre improductivo oficio de las letras-, al que probablemente le ha escrito el texto un profesional que permite que firme su trabajo el famoso de turno porque así le pagan más.
En cualquier caso, la oferta de esos grandes sellos a los que me refiero me ha parecido tan vista como el diseño de sus portadas, frente a la novedad y el dinamismo de los diseños y propuestas de las editoriales más jóvenes.
Ahora bien, todo lo apuntado anteriormente no es óbice para que el libro que más me ha interesado en esta primera visita haya sido dado a la estampa por una firma con la solera de Ediciones B. La patrulla del tiempo del gran Poul Anderson, es el título en cuestión.
Como poco, los viajes en el tiempo son uno de los asuntos más frecuentes de las novelas de ciencia ficción desde La máquina del tiempo (1985), de H. G. Wells. Siendo la paradoja temporal el tema principal de estas propuestas -que el crononauta se remonte al pasado y allí lleve a cabo una acción que transforme ese futuro que aquí y ahora ya es historia-, la policía creada expresamente para impedirlo también viene de antiguo. Sin ir más lejos, medio siglo antes de la exitosa El ministerio del tiempo, TVE emitía El túnel del tiempo, una de las inolvidables creaciones de Irwin Allen, uno de los grandes de la ciencia ficción catódica. Sus protagonistas eran dos científicos -Tony Newman (James Darren) y Douglas Phillips (Robert Colbert)-, que a su modo velaban porque los grandes acontecimientos de la Humanidad siguieran siendo como fueron. En cierto sentido, también fue un policía del tiempo el inefable Marty McFly (Michael J. Fox), de la saga de Regreso al futuro de Robert Zemeckis, siempre velando por que el pusilánime su padre hiciera lo necesario para que el pasado de su familia fuese como había sido.
Ahora bien, en lo que a la novela propiamente dicha se refiere, el policía del tiempo más destacado es Manse Everard. Creado por Poul Anderson en el relato La patrulla del tiempo, aparecido en 1965 en la revista The Magazine of Fantasy and Science Fiction, ya en 1960 Anderson reunió cuatro historias protagonizadas por Everard en Los guardianes del tiempo (1960). A ellas añadió en 1975 Las cascadas de Gibraltar. Después (1983) llegaron las novelas cortas recogidas en Time Patrolman (1983) y así hasta completar una saga integrada por ocho entregas, que ediciones B acaba de publicar en España en La patrulla del tiempo, el volumen al que me refiero.
Reconocida por Javier Olivares, el creador de El ministerio del Tiempo, como una "de las referencias clave" de su propuesta, puede hablarse de la saga de Manse Everard como de arte mayor dentro de ese subgénero de los viajes en el tiempo. No en vano, Anderson fue uno de los escritores de ciencia ficción más prestigiosos de la segunda mitad del siglo XX, al menos fue el que más premios Hugo -los más preciados del género- consiguió. Distinguido asimismo como Maestro Nébula, su producción siempre mostró una especial atención al devenir de los días. Dentro de esta tendencia hay que destacar sus relatos de inmortales, reunidos en La nave de un millón de años (1989), que conocieron una edición abreviada en una de las primeras bibliotecas de El Mundo.
Su tendencia a lo pretérito y sus vastos conocimientos de la materia también le acercan tangencialmente a ese boom de la novela histórica al que asistimos. Así, con Manse Everard y su incansable lucha para que el pasado siga siendo como nos lo han contado, el lector es transportado a la Persia de Cambises, Astiages y Ciro; a la Escandinavia de Odín, la Jerusalén de David y Salomón, la Germania romana o la conquista española del imperio inca. Sí señor, Historia y ficción científica del más alto nivel se mezclan con sumo tino en La patrulla del tiempo.
Publicado el 31 de mayo de 2016 a las 13:30.